Cuando los problemas hipotecarios empiezan a pesar más que las llaves de tu casa, una idea peligrosa puede rondar tu cabeza: «¿Y si lo dejo todo, que embarguen el inmueble y me olvido del asunto?». ¡Parece tentador, lo sé! Sin embargo, la realidad es que abandonar el inmueble y dejar que lo embarguen no es el final del problema, sino el principio de una montaña rusa financiera que puede hacerte desear no haber soltado esas llaves.
Hoy te voy a contar, con humor (porque si no, lloramos todos), qué pasa realmente cuando decides abandonar el barco en lugar de buscar una solución, y por qué eso de “que se las arregle el banco” no es tan fácil como parece.
1. Dejar el inmueble: el mito del «esto ya no es mi problema»
Empecemos por el principio. Cuando decides abandonar el inmueble, lo haces con la esperanza de que, una vez el banco lo embargue, tú ya no tendrás que preocuparte más. ¡ERROR! Aunque el banco tome posesión de tu casa, la deuda pendiente no desaparece mágicamente. Si el valor de la venta en subasta no cubre lo que debes, sigues siendo responsable del resto de la deuda. Sí, así como lo lees: la casa se va, pero las deudas te persiguen.
Ejemplo:
En zonas como Lloret de Mar (Girona) y Tarragona, muchos propietarios han dejado sus inmuebles con la esperanza de liberarse de la deuda. Lo que no sabían es que después del embargo, el banco todavía les reclamaba cantidades impagadas, más intereses y costes judiciales. Vamos, que soltar la casa no era el fin de sus problemas, sino un nuevo capítulo.
2. ¿Qué pasa con los embargos y la deuda pendiente?
Imagina que abandonas el inmueble, el banco lo embarga, lo subasta y se lo queda por menos de lo que debes. Aquí es donde entra en juego algo llamado responsabilidad hipotecaria. Si el banco no consigue suficiente dinero en la subasta para cubrir tu deuda, tú sigues debiendo la diferencia.
Por ejemplo, si debes 150.000 euros y la casa se vende en subasta por 100.000, te quedan 50.000 euros de deuda, más intereses y costes. ¿Te suena a «solución fácil»? Pues no lo es.
Estadística:
En provincias como Huesca y Zaragoza, el 40% de los propietarios que abandonaron su vivienda y permitieron que fuera embargada acabaron debiendo entre el 20% y el 30% de la deuda original, incluso después de la subasta. A esto se le llama salir de la sartén para caer en las brasas.
3. El limbo legal y financiero de los inmuebles abandonados
Aquí es donde la cosa se pone más divertida (si no eres tú el que está en el embrollo, claro). Cuando dejas un inmueble abandonado, especialmente en zonas de alto turismo como Benicàssim o Santander, no solo te enfrentas al riesgo de seguir debiendo dinero. El inmueble puede convertirse en un problema más grande si el banco tarda en subastarlo o si, por alguna razón, no consigue venderlo rápidamente.
Mientras tanto, el inmueble sigue siendo tu responsabilidad legal. Esto incluye cosas como el IBI (Impuesto sobre Bienes Inmuebles), cuotas de comunidad y cualquier otro gasto relacionado con la propiedad. Todo eso sigue acumulándose a tu nombre mientras el inmueble está «en el limbo» esperando ser vendido.
Realidad:
En Comillas, algunos propietarios pensaron que al dejar el inmueble se librarían de todas las obligaciones. Unos meses después, descubrieron que todavía debían el IBI de los últimos años y que el banco no había logrado subastar la casa. Resultado: deudas acumuladas por un inmueble que ya ni siquiera querían.
4. El riesgo de okupas y los daños al inmueble
Aquí viene otro de los grandes riesgos de dejar un inmueble abandonado: los okupas. En zonas turísticas o ciudades muy demandadas, dejar una vivienda vacía es como dejar una caja de donuts en medio de la oficina: alguien va a saltar sobre ella en algún momento. Y no, no hablo de visitantes pacíficos.
Un inmueble que queda vacío es una tentación para los okupas, y una vez dentro, el proceso de desalojarlos puede ser largo y costoso. Lo peor de todo es que, aunque tú ya no vivas allí, sigues siendo el propietario legal hasta que el banco tome posesión oficial, por lo que cualquier daño que cause la ocupación también puede recaer sobre ti.
Caso real:
En Roses (Girona), un propietario dejó su inmueble esperando que el banco lo embargara. Durante ese tiempo, el inmueble fue ocupado y dañado. Al final, el banco descontó el valor de las reparaciones de la cantidad obtenida en la subasta, lo que dejó al propietario con una deuda mayor que antes.
5. Soluciones prácticas antes de abandonar el inmueble
Entonces, ¿qué hacer en lugar de abandonar la casa y rezar para que el banco lo arregle todo? Existen soluciones más efectivas que pueden ayudarte a salir del atolladero sin tener que enfrentarte a más problemas en el futuro.
Alternativas:
- Negociar con el banco o fondo de inversión
En lugar de huir, busca un acuerdo con el banco o el fondo que haya adquirido tu deuda. Muchas veces están dispuestos a negociar condiciones, como una dación en pago (entregar la vivienda a cambio de cancelar la deuda) o una reducción de intereses, para evitar un costoso proceso judicial. - Venta del inmueble antes de la subasta
Si sabes que no puedes seguir pagando, la mejor opción es intentar vender el inmueble antes de que el banco inicie el proceso de embargo. En zonas turísticas como Tarragona y Cantabria, el mercado de segunda residencia sigue siendo fuerte, lo que puede permitirte obtener un buen precio y saldar la deuda antes de que empeore la situación. - Asesoramiento profesional
Contar con ayuda profesional para mediar con el banco o fondo es clave. Ellos conocen las reglas del juego y pueden ayudarte a encontrar la mejor solución antes de que la situación sea irreversible.
6. Conclusión: Abandonar no es la solución, pero sí hay otras salidas
Abandonar tu inmueble puede parecer la forma más rápida de dejar atrás el problema, pero en realidad solo estás añadiendo más capas de complicación a una situación ya difícil. En lugar de huir, lo más inteligente es enfrentar el problema y buscar una salida negociada. Puede que no sea fácil, pero es mucho mejor que tener que lidiar con deudas adicionales, okupas, y una montaña de gastos inesperados.
Si te encuentras en esta situación, puedo ayudarte a encontrar una solución que te permita evitar la subasta y los problemas adicionales que conlleva. Negociar con el banco o fondo y vender el inmueble antes de que el proceso avance es siempre la mejor opción.