Las hipotecas, ese tema que todos asociamos con contratos interminables y letras pequeñitas que nos hacen sudar frío. Pero, ¿sabías que su historia está llena de datos curiosos y sorprendentes? Vamos a hacer un recorrido por los momentos más insólitos de este mundo financiero, ¡con humor incluido!

1. El origen de la palabra “hipoteca” es tan tétrico como parece

La palabra “hipoteca” viene del griego hypotheke, que significa “promesa”. Sí, una promesa… de que si no pagas, te quedas sin casa. Se usaba en la antigua Grecia para señalar la «promesa» de pagar o perder propiedades. Más tarde, los romanos adoptaron la idea, y la cosa se puso seria.

2. En la Edad Media, las hipotecas podían implicar mucho más que propiedades

Durante el feudalismo, la gente no solo hipotecaba casas. ¡También se hipotecaban caballos, ganado e incluso la ropa! ¿Te imaginas tener que firmar un contrato para no perder tu armadura? En esa época, perder la propiedad hipotecada significaba quedar a pie… y sin armadura para protegerte.

3. Las hipotecas se convirtieron en un juego sucio durante la burbuja de los tulipanes

En los Países Bajos del siglo XVII, la famosa burbuja de los tulipanes no solo arruinó a quienes compraban flores. También provocó que la gente hipotecara sus casas para comprar más bulbos. Cuando el mercado se derrumbó, muchos se quedaron sin casa… ni tulipanes.

4. Los egipcios ya sabían de hipotecas, pero con sus tumbas

Hace más de 2.000 años, en Egipto, si alguien quería construir una tumba pero no podía pagarlo, podía hipotecar la construcción. Si no liquidaba la deuda, ¡ni siquiera le permitían ser enterrado ahí! ¡Imagina que ni muerto te librabas del embargo!

5. Las hipotecas coloniales eran largas… muy largas

En la América colonial, las hipotecas podían durar más de 50 años. A veces, eran transmitidas de padres a hijos, convirtiendo una hipoteca en una herencia ¡pero no del tipo que querías recibir!

6. Hipotecas durante la fiebre del oro: tu única opción de riqueza (o ruina)

En la fiebre del oro de California, muchos hipotecaban sus casas en la costa este para financiar su viaje hacia el oeste con la esperanza de hacerse ricos. ¿El resultado? Solo una pequeña fracción tuvo éxito, mientras que los demás terminaron perdiendo su casa por una piedra brillante que nunca encontraron.

7. La hipoteca multidivisa: una locura muy reciente

¿Creías que lo habías visto todo en hipotecas? Pues en la burbuja inmobiliaria española de principios de los 2000, se comercializaron las hipotecas multidivisa, ¡que dependían del valor de monedas extranjeras! Claro, cuando el yen japonés o el franco suizo subían, la deuda lo hacía también. Resultado: más de uno se quedó boquiabierto y sin casa.

8. Las hipotecas crecientes de los años 80: ¡subían como la espuma!

En los 80, se crearon hipotecas crecientes en las que, para hacerlo más “asequible”, la cuota empezaba bajita y subía año tras año, confiando en que tus ingresos también subirían… Ojalá tu salario creciera al mismo ritmo que la hipoteca, ¿verdad?

9. El curioso caso de las hipotecas inversas

¿Qué pasa si ya eres mayor, no quieres vender tu casa, pero necesitas dinero? Entran las hipotecas inversas, donde el banco te paga a ti. Parece un sueño, ¿verdad? Pues no tan rápido, porque cuando falleces, el banco se queda con tu casa. Moraleja: disfruta del dinero, pero avisa a los herederos.

10. Hipotecas en tiempos de pandemia: cuando las casas valían más que nunca

Con la llegada de la pandemia en 2020, el mercado inmobiliario se volvió loco. Aunque las economías mundiales se tambaleaban, el precio de las viviendas no hacía más que subir. Nunca antes la gente había hipotecado casas tan caras mientras se quedaban confinados en ellas. Paradójico, ¿no?


Las hipotecas han tenido momentos muy peculiares a lo largo de la historia, y aunque la palabra suene un poco pesada, estos datos muestran que detrás de cada letra pequeña, hay una historia curiosa.

Si te encuentras atrapado en una hipoteca imposible o tienes un proindiviso que no sabes cómo resolver, puedo ayudarte. No necesitas lidiar con los bancos o fondos por tu cuenta. ¡Estoy aquí para echarte una mano!

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