¿Recuerdas aquella época en la que entrar al banco era como visitar a un viejo amigo? El director te saludaba por tu nombre, los empleados conocían de memoria tu situación y hasta te ofrecían un caramelo para endulzar el momento. Sí, hubo un tiempo en el que los bancos eran cercanos, casi familiares. Hoy, lo más parecido a esa experiencia es un chatbot que repite «¿en qué puedo ayudarte?» hasta que pierdes la paciencia.

El viaje de las entidades bancarias desde los años 50 hasta hoy es digno de una novela de ciencia ficción: empezaron siendo el eje del barrio, pasaron por una época de regalos estrambóticos, y ahora son templos de lo digital, donde el ser humano parece haber sido desterrado.


La banca del siglo XX: un banco en cada esquina y un regalo bajo el brazo

Por allá en los años 60, tener una cuenta en un banco no era solo útil, sino también emocionante. Te regalaban cosas útiles de verdad: ollas, televisores, bicicletas y, si tenías suerte, hasta viajes. El director de la sucursal no solo te conocía; también te preguntaba cómo iban tus cosas y te ofrecía soluciones reales, no «simuladores online».

Las oficinas eran puntos de encuentro del vecindario. Si ibas al banco, aprovechabas para ponerte al día con los chismes locales y, de paso, resolver tus temas financieros. Todo era cara a cara, desde pedir un crédito hasta preguntar por qué se habían olvidado de abonarte los intereses de tu cuenta ahorro.


Los años locos: hipotecas, regalos y mucho exceso

Avanzamos a los años 90 y principios de los 2000. La banca entró en una especie de burbuja del «todo vale». Abrías una cuenta y te regalaban un microondas. Domiciliabas la nómina y salías con una televisión. Y si pedías una hipoteca, directamente te ofrecían financiarte el piso, el coche y el paquete de muebles de Ikea.

Fue la época dorada de la banca «todo incluido», pero también de los excesos. Se repartían créditos como caramelos y las hipotecas parecían cheques en blanco. Pero claro, llegó 2008 y todo cambió.


El gran golpe: de la crisis al desmantelamiento humano

La crisis financiera de 2008 marcó el principio del fin para esa banca de trato humano. De repente, cerraron miles de sucursales y despidieron a empleados que llevaban décadas resolviendo los problemas de sus clientes. En su lugar, llegaron los procesos digitales y las máquinas expendedoras de transacciones.

Hoy, si quieres hablar con alguien en el banco, tienes que superar un laberinto de opciones telefónicas y rezar para que el agente humano no esté de vacaciones.


¿Banca o bazar? Los productos más raros que han intentado vendernos

Los bancos siempre han tenido una vena creativa, a veces rozando lo absurdo. Estas son algunas de las cosas más insólitas que han ofrecido:

  • Lavadoras y microondas por domiciliar tu nómina.
  • Coches y motos financiados al 0% de interés (aunque con un seguro más caro que el coche).
  • Alarmas para el hogar. Porque, claro, proteger tu casa es un negocio paralelo.
  • Y, más recientemente, criptomonedas. Sí, los mismos bancos que hace una década te decían que no confiaras en Bitcoin ahora lo venden como si fuera oro puro.


El presente: bienvenidos al banco invisible

Hoy en día, la mayoría de las operaciones bancarias se realizan online. Y no hablamos de las generaciones más jóvenes, sino de personas de todas las edades que, a falta de oficinas cercanas, han tenido que adaptarse a la fuerza.

En zonas rurales, el panorama es desolador. Más del 80% de las oficinas han cerrado en los últimos 15 años. Y en las ciudades, lo que quedan son oficinas minimalistas llenas de máquinas táctiles donde, con suerte, hay un empleado para explicarte cómo usarlas.

Los bancos han pasado de ser cercanos a tratarte como un número de cliente. Si tienes un problema complejo, más vale que tengas paciencia (o un amigo abogado).


¿Y qué nos espera en el futuro?

  1. Más digitalización: Para 2030, se estima que casi todas las operaciones serán online. Eso sí, también habrá más comisiones por «mantenimiento de la app».
  2. Menos oficinas: Cada vez veremos menos sucursales físicas, sobre todo en barrios pequeños y pueblos.
  3. Bancos verdes: Prometerán ser sostenibles, pero seguirán cobrando por respirar cerca de ellos.

Preguntas frecuentes que todos nos hacemos

1. ¿Por qué cerraron tantas oficinas después de la crisis de 2008?
Porque mantener oficinas es caro y los bancos prefieren ahorrarse el sueldo de los empleados.

2. ¿Por qué los bancos venden cosas como alarmas o móviles?
Porque descubrieron que la venta cruzada es más lucrativa que su negocio principal.

3. ¿Volveremos a ver atención personalizada en los bancos?
Probablemente no. La tendencia es ir hacia más tecnología y menos personas.


Conclusión: De vecinos amigables a máquinas impersonales

En apenas unas décadas, los bancos han pasado de ser instituciones humanas y cercanas a parecerse más a un marketplace. Nos prometen comodidad digital, pero a menudo nos dejan con la nostalgia de tiempos más simples, cuando lo importante no era solo cuánto tenías en la cuenta, sino cómo te hacían sentir.


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