En 2012 muchos creyeron que el mundo acababa. Hoy, muchos cometen errores financieros igual de absurdos. Descubre 6 ejemplos reales y cómo evitarlos.
«Más vale reconocer un error que construir una vida entera encima de uno» — algún sensato que no estaba en bata esperando el apocalipsis
Era 21 de diciembre de 2012. El calendario maya marcaba su último día. Las redes ardían. Las estanterías de los supermercados, vacías. Y algunos valientes —o ilusos— esperaban en túnicas blancas en lo alto de montañas, convencidos de que una nave extraterrestre vendría a rescatarlos antes de la hecatombe planetaria.
Pero… no pasó nada. Absolutamente nada. Bueno, sí: mucho ridículo colectivo, unos cuantos divorcios por decisiones aceleradas y alguna que otra quiebra por vender todo para «vivir intensamente los últimos días».
El gurú que predijo el caos (y sus seguidores que se tragaron el caos)
En Francia, un pueblo llamado Bugarach se llenó de seguidores de teorías apocalípticas. Allí, según decían, estaba una «montaña mágica» que sería salvada del fin del mundo. La Gendarmería tuvo que poner límites de acceso. Algunos incluso vendieron todas sus pertenencias para establecerse allí con lo puesto, convencidos de que una civilización alienígena superior vendría a buscar a los puros de corazón (o, al menos, a los crédulos con conexión wifi).
Y lo más jugoso vino cuando, tras no suceder nada, el gurú de turno dijo algo así como: “El mundo sí terminó, pero en otro plano vibracional que los escépticos no entienden.”
Y lo increíble no fue su excusa. Lo increíble fue que muchos le siguieron creyendo. Porque reconocer que te han engañado duele más que seguir creyendo la mentira. La mente humana, antes de admitir que ha hecho el ridículo, prefiere profundizar el agujero. Y algunos aún siguen allí.

Seguidismo, pensamiento crítico y economía: un triángulo amoroso disfuncional
Lo mismo ocurre en economía. La diferencia es que el apocalipsis aquí sí puede llegar… a tu cuenta bancaria. Cuando no usamos el pensamiento crítico y nos dejamos llevar por mantras, tendencias o líderes incuestionables, las decisiones financieras se vuelven tan absurdas como esperar en bata al fin del mundo.
Veamos 6 ejemplos reales que demuestran cómo el seguidismo puede arruinarte más que un meteorito.
1. Comprar una casa porque «el ladrillo nunca baja»
En 2006, era vox populi: el piso era la mejor inversión. “Si no compras ahora, en un año estará el doble de caro”, decían. Algunos compraron cuatro pisos sin tener ni uno pagado.
Resultado: miles de familias atrapadas en hipotecas imposibles, promociones fantasma, embargos, y una generación hipotecada de por vida. Porque sí, el ladrillo sí baja, y a veces se te cae encima.
2. Confiar ciegamente en las preferentes
Bancos que colocaban productos complejísimos a ancianos con la promesa de “es como un plazo fijo, pero mejor”.
Millones de euros congelados, pérdidas personales dramáticas, personas mayores mendigando su propio dinero, y una justicia que tardó años en resarcir a los afectados. Todo por fiarse de la autoridad sin preguntar. O por no decirle que no al de la sucursal de toda la vida.
3. El FOMO cripto de 2021
“Si no compras Bitcoin ahora, serás pobre toda tu vida.” Así empezó la ola. Jóvenes, mayores y hasta tu cuñado invirtiendo en monedas con nombres de perros o memes.
¿El resultado? Muchos entraron en el pico. Y cuando vino el bajón… lo único que subió fue el nivel de ansiedad. Hubo quien hipotecó la casa, y acabó debiendo la casa y el alma.
4. Seguir invirtiendo en una empresa moribunda por orgullo
Caso real: los accionistas de Lehman Brothers que, aún con señales de hundimiento, seguían comprando más acciones para «hacer media». Como si meter más leña en un tren descarrilado lo volviera a poner en marcha. El Titanic no se salvó por sumar violines. Esto tampoco.

5. El culto a ciertos gurús financieros
Hay influencers de las finanzas que aseguran tener el secreto para la libertad financiera. Y muchos los siguen como si fueran oráculos. El problema: cuando el consejo es venderlo todo para comprar oro o criptomonedas… y el mercado no coopera, tú te quedas con lingotes bajo el colchón y cero liquidez.
6. Creer que el Estado siempre te salvará
En países con hiperinflación o corralitos (Argentina, Venezuela, Chipre…), muchos ciudadanos confiaron en que “el gobierno nunca nos haría eso”.
Y lo hizo. Varias veces. Porque en economía, la fe ciega tiene mal historial. Y porque si algo nos ha enseñado la historia es que confiar en los políticos para proteger tu patrimonio es como poner a un zorro a cuidar el gallinero.
¿Qué nos enseña el 21D?
- Que la mayoría no siempre tiene razón
- Que cuestionar no es ser negativo, sino prudente
- Que los líderes pueden equivocarse (o mentir)
- Y que en economía, como en la vida, la responsabilidad última es tuya
¿Cómo protegerse? Pensando, contrastando, asesorándote
No hace falta ser economista. Pero sí hace falta pensar:
- ¿Tiene sentido lo que me están contando?
- ¿Puedo explicárselo a mi abuela sin que me suene raro?
- ¿Estoy actuando por miedo o por información?
Conclusión (sin túnicas blancas)
La historia del 21 de diciembre de 2012 es divertida. Pero las historias de quienes perdieron su casa, su jubilación o sus ahorros por seguir al gurú financiero de turno, no lo son.
“Equivocarse es humano. Persistir en el error por orgullo, es caro.”
Epílogo: ¿Tienes un plan o una creencia?
Soy Juan Carlos Calvo, mediador y asesor especializado en decisiones complejas.
Si te ronda una decisión financiera importante y no quieres acabar como los apocalípticos de 2012, hablemos. Te ayudo a convertir tus dudas en un plan (sin túnicas ni ovnis).
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