Érase una vez… Napoleón y su madre avalista

Para abrir el telón, recordemos un episodio poco conocido de Napoleón Bonaparte, sí, ese emperador que no se contentó con Francia y decidió que todo el continente era su tablero de ajedrez personal. Aunque no hablamos exactamente de hipotecas, sí hubo un avalista muy especial en su vida: su madre. Cuando el joven Napoleón estaba dando sus primeros pasos en la carrera militar, sus andanzas financieras y su ambición disparada generaban ciertas dudas. Y su madre, Laetitia Ramolino, asumió el rol de “avalista emocional” (y casi económico). Su apoyo incondicional era lo único que le permitía a Napoleón seguir adelante, pese a los riesgos y las deudas que acumulaba. Porque, como todo avalista sabe, el camino de respaldar a alguien puede pasar de ser un símbolo de confianza a una cruz que uno lleva solito.

Y ahí, querido lector avalista de una hipoteca, comienza tu historia. Si has avalado a alguien en una hipoteca que hoy no puede pagar, ¡bienvenido! Esta es tu guía definitiva. Aquí vamos a explicarte qué hacer, qué evitar y cómo salir lo mejor parado posible (sin cruzar los Alpes ni armar una revolución, claro).


¡Tienes toda la razón! Con las recientes modificaciones legales, se requiere un impago mayor para que un banco pueda ejecutar la deuda hipotecaria, lo cual cambia el panorama para los avalistas.

Aquí va la corrección en el artículo:


¿Qué pasa cuando el avalista se queda solo?

Imagina que tu “Napoleón” personal te pidió que avalaras su hipoteca, y todo iba bien hasta que empiezan los impagos. Con la nueva ley, los bancos deben esperar a que se acumulen 12 meses consecutivos de impago (o el 3% del capital principal de la hipoteca, si la deuda es reciente) antes de considerar la ejecución. Si la deuda es más antigua, pueden ejecutar solo después de 15 meses de impago o el 7% del capital principal. Pero una vez llegado ese punto, el banco puede reclamar al avalista, así que, si estás en esta situación, no te relajes del todo: la presión sigue existiendo.


Gracias a estos cambios, el avalista tiene una oportunidad adicional para negociar o encontrar soluciones antes de que el banco decida ir tras él, lo que puede ser una ventaja significativa si actúas rápido.

Aquí tienes un panorama claro de qué puede pasarte:

1. El “Honorable” Banco: ¿Qué pasa cuando no hay pago?

  • Los bancos suelen esperar entre 90 y 180 días antes de catalogar el préstamo como moroso. Tras eso, el balón pasa a tu tejado. Ellos no quieren oír excusas: buscan el dinero, y si no está en un lado, lo buscan en el otro.
  • Y aquí entra el banco “a pedir amablemente” que te hagas cargo del asunto.

2. Tus opciones: ¿Qué puedes hacer?

  1. Negociar con el banco: Esta es la opción de “calma”. Habla con el banco para renegociar las cuotas, pedir una extensión de los plazos o ver si pueden refinanciar la deuda.
  2. Pagar: Esta es la menos deseada, pero a veces inevitable. Puedes tratar de cubrir los pagos tú mismo, aunque no sea tu deuda.
  3. Negociar con el deudor: Puede que, si la situación del deudor mejora, logres llegar a un acuerdo para que él retome los pagos.
  4. Prepararte legalmente: En algunos casos, podrías reclamarle al deudor la cantidad pagada.

Realidades aterradoras para el avalista

Ser avalista de una hipoteca impagada es algo así como entrar en una película de terror en la que tú nunca quisiste estar. Para entenderlo mejor, veamos algunas estadísticas y datos sobre el “calvario del avalista”:

Situación del Avalista Realidad
Riesgo de embargo Si el titular no paga, el banco puede ir a por tus bienes.
Porcentaje de avalistas afectados en crisis hipotecarias En la última década, más del 20% de las hipotecas impagadas llevaron a problemas legales para los avalistas.
Tiempo promedio de implicación en los impagos Más de 2 años en promedio, ya que los trámites legales y renegociaciones se alargan.
Recuperación financiera Sólo un 30% de los avalistas recuperan algo de lo perdido.

Como puedes ver, el panorama no es ideal. Sin embargo, tienes opciones (a veces limitadas, pero algo es algo). Vamos a explorarlas:


Estrategias de Salvación para Avalistas

  1. Habla con el banco antes de que el caso llegue a los tribunales.
  • Algunos bancos son más flexibles de lo que parece. Si logras negociar un acuerdo de pago o reestructuración, podrás evitar problemas mayores. Solo ten en cuenta que te exigirán “algo de dinero” como muestra de buena fe. Aquí conviene insistir en revisar la deuda con un abogado, ya que podrías renegociar ciertos aspectos.
  1. Propuesta de dación en pago:
  • Esto es lo de “si quieres el inmueble, ¡tómalo!”. Se trata de proponer que el banco acepte la propiedad como pago de la deuda. Sin embargo, en la mayoría de los casos, los bancos prefieren esperar a que tú, el avalista, pagues.
  1. Declararse insolvente:
  • Es una opción extrema, pero si la deuda es insostenible y afecta tus finanzas, la Ley de Segunda Oportunidad puede ofrecerte cierto respiro. Para esto, necesitas asesoramiento jurídico especializado.
  1. Acuerdo con el titular de la hipoteca:
  • Si el deudor titular recupera ingresos, puedes acordar que él vuelva a asumir el pago de la deuda (incluso parcialmente). En ocasiones, el banco acepta esta solución temporal.

La dura realidad: El avalista y el embargo

Si llegamos al punto en el que el banco decide ejecutar la deuda contra ti, el avalista, los siguientes bienes están en peligro:

  1. Tu vivienda: Sí, aunque no la hayas puesto como garantía, el banco puede embargar tu propiedad.
  2. Tus cuentas bancarias: Si tienes ahorros, el banco los verá como suyos.
  3. Otros bienes: Cualquier otro bien que poseas es susceptible de ser embargado.

¿Sabías que…?

El 40% de los avalistas en España reportan dificultades financieras tras el impago del titular. Esto incluye desde la pérdida de propiedades hasta un endeudamiento que a veces se convierte en una carga de por vida.


Anécdotas de Avalistas Desafortunados

Caso 1: “El avalista que perdió su casa”: Un hombre avaló a su sobrino para comprar un apartamento. El sobrino dejó de pagar y, tras un juicio largo y costoso, el avalista perdió su casa. Ahora vive en casa de su hermana, quien lo echa en cara cada día haber confiado en su sobrino.

Caso 2: “La avalista en la ruina”: Una mujer avaló a su exmarido, quien dejó de pagar la hipoteca tras el divorcio. Ella, al intentar mantener la paz, siguió pagando. Sin embargo, la deuda la superó y tuvo que vender sus bienes para evitar embargos.

Caso 3: “El avalista sin opción”: Un padre avaló a su hijo, quien no logró cumplir con los pagos. Al final, ambos acabaron con problemas financieros, perdiendo bienes y llevándose el reproche mutuo.


¿Qué hacer si ya estás metido hasta el cuello?

  1. Busca apoyo legal: Un abogado especializado puede ayudarte a entender tus derechos y las mejores opciones de defensa.
  2. Consulta a un asesor financiero: Ellos pueden ayudarte a reestructurar la deuda y evitar la ejecución.
  3. Haz frente a la deuda como puedas: A veces, pagar una pequeña parte de la deuda ayuda a evitar mayores consecuencias.
  4. Mantén la calma y el humor: Sí, incluso en los momentos difíciles, reír es lo mejor que puedes hacer. Recuerda que no eres el primero ni el último en enfrentar esta situación, y salir adelante es posible.

Conclusión: El avalista, un héroe sin capa

Ser avalista de una hipoteca impagada no es para cualquiera. Implica asumir un riesgo que puede cambiar tu vida. ¿Nuestro consejo? Piensa muy bien a quién decides avalar. Porque, como en el caso de la madre de Napoleón, una cosa es dar respaldo y otra muy distinta es enfrentar consecuencias que ni siquiera los emperadores pueden evitar.


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