Si crees que ya lo has visto todo, espera a conocer estas alucinantes historias de okupas en España. Pequeñas ciudades donde el concepto de «okupa» ha superado cualquier límite de lo absurdo. Desde el okupa que denuncia al dueño, hasta el que hizo reformas sin permiso, aquí te traigo 7 historias aberrantes y reales que te harán preguntarte cómo hemos llegado hasta aquí. ¡Prepárate para alucinar!


1. El okupa que denunció al dueño… ¡por molestarle!

Sí, has leído bien. En un pequeño pueblo de Cantabria, un okupa tuvo el descaro de denunciar al propietario por acosarlo. La situación se descontroló cuando el dueño, desesperado por recuperar su casa, intentó hablar con el okupa. Este, ni corto ni perezoso, fue a la policía y lo denunció alegando que el propietario estaba invadiendo su «intimidad». ¡Sí, el okupa defendía su privacidad en una casa que no era suya! Las leyes, claro, protegieron al okupa y el propietario se quedó sin casa… y con una denuncia.

2. La familia okupa que alquilaba las habitaciones… a turistas

En la turística zona de Tarragona, una familia okupa decidió que era buena idea sacar beneficio de la casa que estaban ocupando… y la puso en Airbnb. Lo más increíble es que los turistas pagaban por quedarse en una casa okupada, sin tener ni idea de lo que estaba ocurriendo. Cuando el propietario descubrió que su casa estaba en alquiler online, las reservas ya llevaban meses. Eso sí, los okupas eran muy buenos anfitriones, ¡incluso ofrecían desayuno!

3. Los okupas reformistas de Huesca

En un pequeño pueblo de Huesca, un grupo de okupas decidió «invertir» en su «nuevo hogar». Hicieron reformas, instalaron calefacción e incluso cambiaron la distribución de las habitaciones. Cuando el propietario logró la orden judicial para desalojarlos, se encontró con una casa irreconocible. Los okupas alegaron que, dado que «mejoraron» la vivienda, tenían derecho a vivir allí hasta que recuperaran la «inversión» que habían hecho. Al final, ¡los okupas casi logran que el dueño les pague por las reformas!

4. El okupa que ofrecía su casa como sala de eventos

En un tranquilo pueblo de Girona, un okupa decidió que la vivienda que había tomado prestada era perfecta para organizar eventos. ¿Bodas? ¡Claro que sí! ¿Cumpleaños? ¡También! La oferta de «casa con encanto» empezó a circular por las redes sociales y, por supuesto, nadie sospechaba que se trataba de una casa okupada. El okupa ganaba una buena cantidad de dinero organizando fiestas y eventos, mientras el verdadero dueño estaba atrapado en los interminables trámites judiciales.

5. La madre okupa que denunció al ayuntamiento por no darle luz

En un pueblecito de Castellón, una madre okupa decidió que su siguiente paso era exigir al ayuntamiento que le conectaran los suministros de luz y agua. Al negarse el consistorio, la mujer presentó una denuncia alegando que estaban violando sus derechos fundamentales. El caso llegó tan lejos que el ayuntamiento tuvo que asumir los costes y conectar la casa, mientras el verdadero dueño observaba atónito cómo su casa okupada era oficialmente «legalizada» con luz y agua.

6. Okupas que exigen una indemnización por el desalojo

En Zaragoza, un grupo de okupas fue desalojado tras meses de batalla legal. Pero lo más increíble vino después: ¡exigieron una indemnización al propietario por los «daños emocionales» sufridos durante el proceso! Argumentaban que el desalojo había afectado su bienestar psicológico, y que merecían una compensación por todo el estrés vivido. Lo más surrealista es que el juez tuvo en cuenta sus argumentos y, aunque no ganaron la indemnización completa, sí recibieron una compensación simbólica. ¿Alguien dijo increíble?

7. El okupa que se quedó con la casa… porque el dueño se cansó de luchar

En un pequeño pueblo de Cantabria, un anciano propietario finalmente se rindió tras años de lucha judicial. El okupa, un hombre que llevaba casi una década viviendo allí, se había aprovechado de todos los vacíos legales posibles para prolongar su estancia. Entre apelaciones, recursos y juicios, el propietario acabó tan desgastado física y emocionalmente que decidió abandonar la lucha y dejar la casa en manos del okupa. Ahora, el okupa vive feliz y sin pagar ni un euro, mientras el verdadero dueño ha tenido que mudarse a casa de un familiar.


¿Qué está pasando en España?

Estas historias pueden parecer de ciencia ficción, pero son ejemplos de cómo la ley a veces no parece proteger a los verdaderos dueños de las viviendas. El abuso de los vacíos legales y la lentitud de los procesos judiciales han permitido que los okupas campen a sus anchas por pequeñas ciudades y pueblos, dejando a muchos propietarios atrapados en una pesadilla burocrática.

¿Cómo es posible que las leyes en España permitan estas situaciones?
El marco legal español parece priorizar los derechos de ocupación, y los procesos para desalojar a los okupas son tan largos y costosos que muchos propietarios simplemente desisten. A esto se suman leyes ambiguas y el retraso de los tribunales, que juegan a favor de quienes se instalan en una propiedad ajena y abusan del sistema.


Si te ha impactado alguna de estas historias, y antes que la ocupación se te vaya de las manos, puedo ayudarte. En salirdelfondo.es, he ayudado a propietarios a deshacerse de sus viviendas antes o después de que sean okupadas, sin perder la paciencia (ni la cordura). Si te encuentras en una situación similar, contacta conmigo a través de este enlace y mira cómo puedo echarte una mano. También puedes conocer más sobre mi trabajo en la sección de sobre mí.