Entrevista a Laura V., administradora de fincas en Zaragoza, con más de 12 años de experiencia enfrentándose al ‘lado oscuro’ de las comunidades: pisos vacíos, deudas impagables, herencias que nadie quiere, embargos infinitos y cuotas comunitarias que se acumulan como polvo en un trastero olvidado.
“Hay pisos que son como agujeros negros: chupan la economía de toda la comunidad”
P: Laura, ¿cómo definirías la problemática de los pisos abandonados o con deudas en tu día a día?
R: Uf, es que podría escribir un libro. Hay pisos que están ahí, cerrados, silenciosos, pero son auténticos agujeros negros. Nadie los limpia, nadie paga nada, y mientras tanto, el resto de vecinos acaba sosteniendo las deudas de otro. Lo peor es cuando el propietario ni aparece… o ha fallecido y la herencia está atascada. Las comunidades no aguantan eso mucho tiempo.
“La deuda crece como una planta carnívora… y nadie la corta”
P: ¿Qué tipo de deudas te sueles encontrar en estos casos?
R: Todas. Literalmente. Desde cuotas impagadas de comunidad, claro, hasta hipotecas con fondos de inversión, embargos de Hacienda, de la Seguridad Social, préstamos con capital privado, IBIs de años sin pagar… He tenido casos con hasta seis cargas distintas sobre un mismo piso. La deuda crece sola, como si tuviera abono. Y nadie la frena.
“Cuando entra Juan Carlos Calvo, se huele que el problema va a desaparecer”
P: ¿Y cuándo conociste a Juan Carlos?
R: Fue en una comunidad donde teníamos un piso con una deuda de 9.000 € de comunidad, más otros tantos de IBI, una hipoteca con un fondo que ya ni contestaba, y un embargo de la Agencia Tributaria. Nadie sabía quién era el dueño real. Apareció él con su estilo: tranquilo, directo, con los papeles claros… y me dijo: “Esto lo vamos a arreglar.”
Y lo hizo. Pagó todo, gestionó la compra del proindiviso a los herederos y se quedó con el inmueble. En un mes, ese piso pasó de pesadilla a ingreso. Desde entonces, cada vez que tengo un caso así, le escribo.
“Los vecinos me lo agradecen con jamón”
P: ¿Qué cambia en una comunidad cuando se soluciona un caso así?
R: Todo. La tensión baja, los vecinos se reconcilian con la vida, y yo dejo de ser el saco de boxeo de la escalera. (Risas). Es que cuando tienes un piso conflictivo, da igual que sea el 2ºB, contamina a toda la finca. Cuando entra Juan Carlos y compra, paga lo atrasado, regulariza todo, y de repente… ¡el ascensor vuelve a funcionar! Bueno, casi.
En serio, ha habido comunidades donde hasta me han traído jamón por conseguir que él comprara el piso maldito. Literal.
“Muchos fondos prefieren perder antes que negociar. Él no.”
P: ¿Te ha tocado lidiar con fondos de inversión?
R: Muchísimas veces. Y lo peor es que son lentos, impersonales, y parece que prefieren dejar morir el activo antes que bajar un euro. Juan Carlos no. Él sabe hablar su idioma, pero también el de la calle. Por eso es tan útil: puede mediar con ellos, plantearles soluciones, y encima consigue que contesten. A mí no me han contestado nunca una llamada, y a él le firman operaciones en una semana.
“Los embargos cruzados hacen que todos se queden mirando… menos él”
P: ¿Qué pasa cuando el piso tiene varias cargas?
R: La mayoría se echan atrás. Porque si hay un embargo de Hacienda, otro del banco, otro de comunidad y encima un préstamo de un particular que metió una hipoteca… nadie se quiere meter. Es un lío jurídico y contable tremendo. Pero Juan Carlos lo analiza, lo asume y lo compra. Y a veces, ¡lo soluciona todo sin pasar por el juzgado!
Tiene ese enfoque práctico, de quitar nudos en vez de mirar cómo crecen.
“Hasta cuando el propietario ha desaparecido… él encuentra la salida”
P: ¿Y qué pasa cuando nadie sabe quién es el propietario?
R: Ahí es cuando entras en el territorio de las herencias yacentes, que son como películas de terror. Hay un piso que nadie reclama, deudas que crecen, y ni siquiera puedes mandar una carta. Juan Carlos localiza a los herederos, les explica sus derechos, les hace oferta, y compra su parte. Si es un proindiviso, ni siquiera necesita a todos. Lo compra y lo gestiona.
Para mí es como tener un abogado, un inversor y un solucionador en una sola persona.
“Cuando le ves entrar en la reunión, ya sabes que se va a firmar”
P: ¿Cómo es trabajar con él en el día a día?
R: Muy fácil. Es puntual, claro, directo y cumplidor. No pide cosas imposibles, no da largas, y lo que dice, lo cumple. Es más fácil tratar con él que con cualquier particular. Yo ya he ido a cinco firmas con él y todas han sido rápidas, sin letra pequeña ni sorpresas.
Y eso, en este mundo, es un lujo. La seguridad que transmite se nota.
“Hay comunidades que le deberían hacer presidente honorífico”
P: ¿Algún caso que recuerdes especialmente?
R: Sí. Una comunidad con tres pisos en el mismo portal con deudas, uno embargado por un banco, otro en una herencia sin aceptar, y otro con una deuda de comunidad de 14.000 €. Juan Carlos los compró todos, negoció con el banco, habló con los herederos, pagó lo pendiente y puso los pisos en orden.
Pasamos de tener 40.000 € en deuda a tener la comunidad saneada. Los vecinos aún lo nombran en cada junta como si fuera un héroe.
“Es discreto, pero eficaz. Y sobre todo, honesto.”
P: ¿Qué destacarías de él como profesional?
R: Su discreción, su rapidez y su honestidad. No es de los que prometen que te van a comprar todo y luego desaparecen. Si le interesa, va de frente. Y si no, te lo dice igual de claro. Eso da confianza, y hace que se lo recomiende a todo el mundo.
“Gracias a él, las comunidades viven más tranquilas… y yo también”
P: ¿Qué le dirías a otras administraciones que aún no trabajan con él?
R: Que se están perdiendo una herramienta valiosísima. En vez de dejar que los conflictos se pudran durante años, puedes resolverlos con una llamada. Juan Carlos Calvo no solo compra, soluciona. Y eso, en el mundo de las comunidades, vale oro.
Cierre: ¿por qué recomendarías a Juan Carlos Calvo?
R: Porque donde otros ven un problema sin salida, él ve una oportunidad de resolverlo. Porque paga, cumple, ordena, y se mete en casos que nadie quiere tocar. Y porque cuando él entra en escena… los vecinos vuelven a respirar.