Simulación completa de un caos económico

Te despiertas una mañana, te preparas el café, y mientras miras al horizonte te haces una pregunta existencial: «¿Qué pasaría si todos dejáramos de pagar la hipoteca?». Una pregunta sencilla, ¿no? Pero la respuesta es un desastre monumental que, si te lo cuentas con humor, podría ser algo que ni siquiera Hollywood se atrevería a filmar.

Prepárate para sumergirte en un viaje delirante por un mundo en el que las hipotecas ya no se pagan, los bancos están colapsando, y la economía está… bueno, está bastante mal. Pero, ¡eh!, todo con una dosis de humor, porque al final, reírse es lo mejor que podemos hacer mientras imaginamos este escenario apocalíptico.


Día 1: El día que dejamos de pagar las hipotecas

El primer día que nadie paga su hipoteca en España, el caos es más bien… silencioso. A simple vista, nada parece haber cambiado. Los vecinos siguen sacando la basura, las terrazas de los bares continúan llenas y las persianas de las casas permanecen tan bien cerradas como siempre. En los bancos, sin embargo, empieza a haber caras largas. La primera ronda de pagos no ha llegado y el panorama ya pinta complicado.

Los directores de banco comienzan a sudar frío y las llamadas a la central se disparan. «Debe ser un error del sistema», piensan. Pero no, señores, es el principio del fin.


Semana 1: ¡Oh, no! ¿Dónde está mi dinero?

A partir de la primera semana, los bancos comienzan a entrar en pánico. Los extractos de las cuentas no se mueven, los pagos no llegan y, lo más preocupante de todo, los directivos financieros no paran de recibir memes en redes sociales sobre la «Revolución de la Hipoteca». Twitter y TikTok explotan con hashtags como #NoPagoNoProblema y #HipotecaFreeLife.

Los bancos comienzan a enviar cartas masivas a los propietarios, pero, claro, ¿quién abre una carta del banco? Las llamadas telefónicas comienzan a sonar, pero muchos clientes ya están en modo «vacaciones», ignorando cualquier intento de contacto.

Los primeros memes de casas abandonadas empiezan a viralizarse, y se corre el rumor de que los bancos no saben qué hacer con tantas viviendas impagadas. «¿Las subastan todas?», «¿Las regalan?», el desconcierto es total.


Mes 1: Los bancos en pie de guerra

Un mes después, la situación es insostenible. Los bancos no solo no han recibido pagos de las hipotecas, sino que tampoco pueden hacer frente a sus propios compromisos. Sin dinero para mover el engranaje, empiezan a colapsar. Las primeras protestas bancarias estallan frente a las sucursales: empleados que no han cobrado su salario empiezan a mostrar pancartas diciendo «¡Pagad las hipotecas o nosotros tampoco cobramos!».

El gobierno convoca reuniones de emergencia, pero incluso los políticos tienen sus hipotecas impagadas. ¿Cómo se les va a exigir que paguen algo cuando ellos tampoco lo hacen? La lógica de este nuevo mundo es implacable.

Las noticias empiezan a hacerse eco del descalabro, y pronto se empieza a hablar del «gran crack hipotecario», una especie de tsunami financiero que amenaza con barrer las economías familiares y bancarias.


Mes 3: Subastas masivas y el retorno de la vida «okupa»

Llegados al tercer mes, los bancos comienzan a llenar los juzgados con solicitudes de ejecución hipotecaria. Pero claro, no hay suficiente personal judicial ni días en el año para procesar las miles de subastas que se están acumulando. Así que las casas comienzan a «okuparse». Personas que han perdido sus hogares deciden quedarse. Después de todo, ¿quién va a echarte si nadie puede pagar nada? La situación está tan fuera de control que el gobierno, en un intento desesperado por calmar las aguas, declara una moratoria en los desahucios.

Irónicamente, el país vuelve a los tiempos de okupas legales. Todo el mundo vive en una propiedad que técnicamente pertenece al banco, pero que, en realidad, nadie reclama. «Si no pago, me quedo», se convierte en el lema nacional.


Año 1: Caos económico total

Después de un año de este descontrol, el país parece un episodio de una serie distópica. Los bancos han cerrado la mitad de sus sucursales, y en las que siguen abiertas, los empleados se han dedicado a hacer streaming de Netflix o jugar al solitario, porque ¿para qué seguir trabajando si ya nadie paga nada?.

El mercado inmobiliario se ha derrumbado. No tiene sentido comprar una casa si sabes que nadie va a pagar las hipotecas. ¿Y para qué vender si nadie tiene acceso a créditos? Además, los que ya están «okupando» las casas, ni se plantean marcharse.

El turismo inmobiliario también está en ruinas. Inversionistas extranjeros que pensaban hacer negocio comprando viviendas para alquiler turístico, han visto cómo sus sueños se esfuman. El único sector que parece haber florecido en medio de esta debacle es el de las cerrajerías, porque, claro, entre tanto impago, pérdida de llaves y ocupación de casas, los cerrajeros son ahora más demandados que nunca.


El apocalipsis económico: Si los bancos caen, ¿qué sigue?

Si la situación se mantuviera en el tiempo, el país colapsaría por completo. Sin el flujo de dinero, los bancos no pueden sostenerse, y sin bancos funcionando, la economía se paraliza. Las empresas no reciben financiación, las inversiones se detienen, y las familias no pueden acceder a créditos para comprar coches, estudiar o abrir negocios.

La inflación se dispara porque el gobierno, en un intento desesperado por mantener el sistema a flote, comienza a imprimir dinero sin control. Pero imprimir billetes no arregla los problemas de fondo, solo añade gasolina al fuego. En este escenario, hasta el euro podría verse amenazado.


El regreso a la edad de piedra financiera

Si la catástrofe hipotecaria continúa, volveríamos a una economía casi medieval. Las personas intercambiarían bienes en lugar de utilizar dinero. Las casas se convertirían en «propiedades flotantes» donde nadie es dueño de nada, y todos ocupan lo que pueden mientras no haya quien les saque.

Curiosamente, lo único que florecería serían los negocios de trueque y las comunidades autosuficientes, donde lo único que importa es cuántas gallinas tienes para cambiar por verduras.


¿Qué hemos aprendido de esta simulación?

A lo largo de este ejercicio de imaginación, queda claro que si todos dejáramos de pagar nuestras hipotecas, no solo nosotros estaríamos en apuros, sino que todo el sistema financiero global se vería afectado. Así que, mientras sea tentador soñar con un mundo en el que podamos ignorar las letras de la hipoteca y vivir despreocupadamente en nuestra casa, la realidad es que pagar sigue siendo una necesidad.

Pero, si te encuentras en una situación complicada, donde no puedes seguir adelante con los pagos, lo mejor es enfrentar el problema antes de que llegue el caos. Existen soluciones, opciones para vender tu casa y liquidar la deuda, o negociar con el banco. Recuerda, siempre es mejor prevenir que acabar en un escenario de desastre hipotecario total.

Puedo ayudarte a encontrar la salida antes de que las cosas lleguen al punto de no retorno. No dejes que tu hipoteca se convierta en el principio del fin. ¡Hay maneras de salir del fondo!


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