A todos nos ha pasado alguna vez: recibes una factura, la miras, suspiras y piensas: «¿Qué pasa si simplemente la ignoro?» El típico «luego lo hago». Pero cuando esa factura es la hipoteca y «luego» se convierte en «nunca», la realidad se presenta como una bofetada en toda regla. La inercia puede ser tu peor enemigo, especialmente cuando hablamos de algo tan serio como impagos hipotecarios. Pero, por supuesto, hay quienes prefieren hacerse los locos, mirar para otro lado, y ver si el problema desaparece solo. Spoiler alert: no lo hace.

Así que, para aquellos que han decidido adoptar la filosofía del «aquí no pasa nada», vamos a hacer un recorrido por lo que realmente ocurre si optas por no hacer nada frente a los impagos de hipoteca. Prepárate, porque esto es como ver un partido de fútbol en el que juegas contra tu banco… ¡y el árbitro está claramente comprado!

1. Fase uno: Ignorar las primeras cartas del banco

El banco te manda una carta amable (sí, al principio son sorprendentemente amables) diciéndote que, por algún motivo misterioso, te has olvidado de pagar la última cuota de la hipoteca. Tú piensas: «Bueno, ya lo haré», y sigues con tu vida. Luego llega otra carta, esta vez con un tono un poco menos amigable, pero igual de fácil de ignorar. ¿Quién tiene tiempo para preocuparse por eso cuando hay tantas series por ver en Netflix?

Spoiler:

El banco no se olvida de ti. De hecho, tiene una paciencia infinita, y mientras tú procrastinas, las deudas y los intereses crecen a una velocidad que hace que los guiones de ciencia ficción parezcan lentos.

2. Fase dos: Llamadas telefónicas que empiezan a incomodarte

¿Sabías que los bancos pueden ser más insistentes que los vendedores de seguros? Si no contestas a sus cartas, empezarán a llamarte. Primero con voces amables, luego con un tono que te recuerda a tu madre cuando te pedía que limpiaras tu cuarto por décima vez. Llaman a cualquier hora del día, y poco a poco, tu relación con el móvil se vuelve tensa. ¿Y si simplemente apagas el móvil?

Consejo profesional:

Apagar el móvil no hace que la deuda desaparezca. Solo significa que la próxima vez que lo enciendas, tendrás 14 llamadas perdidas y varios correos electrónicos del banco esperando su momento de gloria.

3. Fase tres: El famoso aviso de ejecución hipotecaria

Cuando has ignorado todas las señales anteriores, llega el momento de la verdad. El banco, que ya no está tan feliz, inicia el proceso de ejecución hipotecaria. Esto significa que ahora tu casa está en la línea de fuego, lista para acabar en una subasta judicial si no haces algo. Pero, claro, tú sigues en plan Zen, pensando que el universo proveerá.

En este punto, el banco ya no es tu amiguito. Ahora están jugando duro y te están preparando para la gran final: el lanzamiento, es decir, el momento en que vendrá la policía a echarte de tu casa.

Estadísticas:

En 2023, en zonas turísticas como Girona o Zaragoza, los lanzamientos hipotecarios aumentaron un 12%, especialmente en viviendas secundarias y turísticas. En algunos municipios costeros, el 30% de las ejecuciones corresponden a segundas residencias, un dato que refleja el alto número de propietarios que prefirieron no actuar hasta que ya era demasiado tarde.

4. Fase cuatro: La carta del juzgado

Cuando la ejecución hipotecaria avanza, el juzgado entra en escena. Llegas a casa un día y encuentras una carta certificada del juzgado. Y aquí es cuando muchos empiezan a sudar. Esa carta es la señal definitiva de que ya no hay marcha atrás y que, a menos que intervengas pronto, la subasta está a la vuelta de la esquina.

¿Qué pasa si no hago nada en este punto?

Pues bien, el banco subastará tu casa. Y si el precio obtenido no cubre toda tu deuda (spoiler: normalmente no lo hará), seguirás debiendo dinero incluso después de haber perdido la casa. ¡Una maravilla! Es como si te quitaran el coche pero aún tuvieras que seguir pagando el seguro.

5. Las consecuencias de no hacer nada

Si sigues sin hacer nada, no solo pierdes la casa, sino que tu vida financiera entra en un espiral de complicaciones. Tu nombre aparece en las listas de morosos, tu crédito se va a pique y hasta pedir un préstamo para un microondas puede convertirse en un reto hercúleo. Además, si el banco no logra recuperar todo el dinero de la venta en subasta, el embargo podría extenderse a otros bienes que tengas a tu nombre: coches, cuentas bancarias, o cualquier otra propiedad.

La solución: Actuar antes de que sea demasiado tarde

Ya sabemos que ignorar los problemas hipotecarios no es la mejor estrategia. Pero hay luz al final del túnel. Existen soluciones que pueden salvarte del caos financiero, si decides actuar a tiempo.

Aquí es donde intervengo yo. A menudo, negociar con el banco o, mejor aún, con los fondos de inversión que manejan gran parte de las hipotecas, puede ofrecerte una salida. Mediar una venta del inmueble antes de que llegue a la subasta puede evitar que pierdas no solo tu casa, sino también la posibilidad de rehacer tu vida financiera.

6. ¿Cómo puede ayudarte vender antes de la subasta?

Si decides actuar y poner la propiedad en venta antes de que se celebre la subasta, puedes conseguir una venta que cubra la deuda o incluso te deje algo de dinero para empezar de nuevo. Esto no solo te ayuda a evitar el trauma del lanzamiento, sino que también previene que acabes con deudas que persigan tu futuro.

En lugares como Cantabria o Castelló, donde las segundas residencias son comunes, vender antes de la subasta ha permitido a muchos propietarios salir airosos y evitar una mancha en su historial crediticio.

Conclusión: No hacer nada no es la solución

A todos nos gusta pensar que los problemas desaparecerán por sí solos si los ignoramos lo suficiente. Pero cuando hablamos de impagos hipotecarios, la inacción solo empeora la situación. Actuar es siempre la mejor opción. Y si no sabes por dónde empezar, recuerda que estoy aquí para ayudarte a encontrar la mejor salida.

Si te encuentras atrapado en una situación de impago, no dudes en contactarme. Puedo ayudarte a mediar con los fondos y los bancos para evitar la subasta y encontrar una solución que beneficie a todas las partes. No te quedes paralizado, actuemos juntos.

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