El divorcio es una de esas experiencias de vida que todos esperan evitar, como un lunes por la mañana o un café sin cafeína. Pero cuando ocurre, trae consigo un montón de decisiones complicadas, especialmente si hay una propiedad en juego. Aquí es donde los proindivisos hacen su entrada triunfal… como el villano que no sabías que tenías.
¿Qué es un proindiviso en un divorcio?
Cuando una pareja se divorcia, cualquier propiedad que hayan adquirido durante el matrimonio se convierte en un «juguete compartido» al estilo proindiviso. Ambos cónyuges tienen una parte de la propiedad, pero al igual que con las visitas de cortesía a los suegros, a veces ninguno quiere quedarse con toda la «diversión».
Las opciones sobre la mesa (y cómo elegir sin que se vuelque)
- 1. Vender la propiedad y dividir el botín
La opción más sencilla es vender la casa y dividir las ganancias. Es como vender ese sofá que ambos odian, pero mucho más rentable. Si ambos están de acuerdo, esto puede ser un final limpio y ordenado… o tan ordenado como puede ser en un divorcio.
- 2. Comprar la parte del otro
¿Sientes un apego especial a esa casa? Entonces podrías considerar comprar la parte de tu ex. Es como pagar por la custodia exclusiva de la mascota, solo que sin tener que limpiar la arena del gato. Eso sí, asegúrate de que tus finanzas están en buena forma antes de hacer la oferta.
- 3. Seguir compartiendo la propiedad
Si vender o comprar no es una opción, siempre pueden seguir siendo co-propietarios… aunque esto suene tan divertido como un reencuentro con tu ex en la fiesta de Navidad. En algunos casos, uno de los ex-cónyuges puede seguir viviendo en la casa mientras el otro recibe una compensación económica, pero esto requiere una buena dosis de paciencia y acuerdos bien definidos.
¿Y si no hay acuerdo? ¡Plan C (de ‘complicado’)!
Si no logran ponerse de acuerdo, podrían terminar en los tribunales, donde un juez decidirá cómo se dividirá la propiedad. Este es el equivalente legal a dejar que un árbitro decida quién se queda con el último trozo de pastel… solo que aquí el pastel es tu casa. Así que, si es posible, siempre es mejor negociar y evitar este desenlace.
Humor a un lado: ¿Cuál es la mejor opción?
La mejor opción depende de tu situación financiera, emocional y de lo mucho que realmente te guste esa casa. Vender suele ser la vía más rápida y menos dolorosa, pero si prefieres quedarte con la propiedad (y puedes permitírtelo), comprar la parte de tu ex podría ser la mejor decisión. Sea cual sea el camino que elijas, asegúrate de estar bien asesorado y de no tomar decisiones impulsivas. Después de todo, ¡el divorcio ya es bastante complicado sin tener que lidiar con una guerra inmobiliaria!
JUANCARLOS@SALIRDELFONDO.ES