Has llegado a ese momento temido: tu casa va a salir a subasta. Los nervios están a flor de piel y quizá estás tentado a hacer lo que algunos llaman “jugadas maestras” para intentar salvar el barco. Pero antes de que pienses en «accidentalmente» romper un tabique, fabricar un contrato de alquiler falso, o transformar tu salón en un set de película post-apocalíptica, ¡respira hondo y detente! Vamos a explicarte por qué todas esas ideas son un absoluto desastre y no te llevarán a ningún buen puerto.

1. Inventar contratos de alquiler falsos: Mala idea con consecuencias serias

El truco más típico, y tristemente común, es inventar un contrato de alquiler falso para que, cuando la casa salga a subasta, el nuevo propietario no pueda echar a tu «inquilino imaginario». La teoría detrás de esto suena ingeniosa: si demuestras que la casa está alquilada por un largo período de tiempo, el nuevo dueño tendrá que respetar ese contrato y, mientras tanto, tú sigues teniendo cierto control sobre el inmueble.

Ahora bien, aquí es donde el plan se desmorona:

  • Los tribunales no son tontos: Si crees que los jueces se van a tragar esa historia de que tu cuñado alquiló la casa a precio de ganga justo antes de la subasta, te llevas una sorpresa. La ley está diseñada para detectar estas trampas y, si te pillan (y lo harán), el castigo no es solo moral. Puedes enfrentarte a multas muy serias y, en el peor de los casos, a problemas legales más graves.
  • Documentación falsa, un delito serio: Presentar documentos falsos es algo que puede escalar rápidamente. No solo perderás la casa, sino que puedes meterte en un buen lío judicial por falsificación y fraude. Y ya sabemos que esas palabras no suelen ir acompañadas de nada bueno.

Ejemplo real: En Zaragoza, un propietario intentó esta jugada maestra. Presentó un contrato falso con su hermano como inquilino. El juez, con más experiencia que un vendedor de crecepelo, no tardó ni diez minutos en desmontar el teatro. ¿Resultado? El contrato quedó anulado, el inmueble se subastó sin problemas, y el propietario acabó con una multa más alta que su deuda original.

2. Destruir el interior de la casa: No hagas que el karma te persiga

Otra idea brillante que muchos han intentado es destrozar el interior de la casa, pensando que así, al hacerla menos atractiva, nadie querrá pujar por ella o su valor disminuirá. Algunos se creen pequeños artistas del caos, arrancando enchufes, tirando muebles o incluso derribando paredes. Y sí, a corto plazo puedes lograr que la casa parezca el escenario de una película de terror, pero… mala idea.

  • Desvalorización mínima: Por mucho que te esfuerces en destrozar la casa, el valor de la propiedad no disminuirá lo suficiente como para salvarte. Es probable que el tasador eche un vistazo rápido y diga algo como: «Eh, le faltan algunas cosillas, pero la estructura está bien». Y el valor no cambiará tanto como esperas.
  • Responsabilidad civil: Si decides ir al extremo y destruir la propiedad, te estarás metiendo en un lío legal. Podrías ser demandado por vandalismo y acabar pagando más de lo que ya debes. Y lo último que necesitas es una demanda adicional encima de tu ya creciente montaña de problemas financieros.
  • El karma no perdona: Te aseguro que un día estarás en una cafetería en La Muela, y alguien te recordará como «el que tiró abajo una pared para evitar la subasta». Y créeme, ser el protagonista de esa historia no es tan divertido como parece.

Consejo práctico: Si tu casa va a subasta, en lugar de destrozarla, mejora lo que puedas. Sí, lo leíste bien. Limpia, ordena, e intenta que parezca lo mejor posible. Un buen aspecto puede aumentar su valor y, si te toca negociar con el comprador, es más probable que llegues a un acuerdo.

3. “Olvidarte” de pagar las facturas: La trampa que siempre falla

Este truco es un clásico: dejar de pagar las facturas del agua, la luz, el gas… la lista sigue. El objetivo es que el nuevo propietario se enfrente a una montaña de deudas y se arrepienta de haber pujado. ¡Ja! Gran error.

  • Las deudas no desaparecen: ¿Sabías que los servicios esenciales están vinculados al propietario de la vivienda en el momento de la deuda? Si intentas pasárselas al nuevo dueño, acabarás con dos problemas: la casa subastada y las compañías de servicios golpeando a tu puerta.
  • Corte de suministros: Además, dejar de pagar las facturas no afectará tanto al nuevo comprador. Probablemente, ellos simplemente reconectarán los suministros una vez que la propiedad esté a su nombre. Y tú habrás perdido el poco crédito que te quedaba con las compañías de agua y electricidad.

4. Ocupar tu propia casa: No eres un “okupa” ingenioso, solo un problema más

Quizá hayas oído hablar de quienes se niegan a abandonar su casa tras la subasta y deciden “okupar” su propio inmueble. Advertencia: Esto puede parecer una medida desesperada, pero la ley no está de tu lado en este caso.

  • Juicio por desalojo: En poco tiempo estarás ante un juez que te invitará a salir de tu casa, y si decides ignorarlo, la policía hará una visita a tu puerta. Y créeme, no será para felicitarte por tu creatividad.
  • El nuevo dueño tiene derechos: Si te quedas en la casa sin permiso, lo único que harás será empeorar la situación. Es mucho mejor negociar con el comprador y buscar un acuerdo para abandonar la propiedad en condiciones favorables.

5. ¿Qué hacer en lugar de todas estas trampas?

Aquí viene la parte buena. Si estás pensando en hacer alguna de estas jugadas arriesgadas, detente ya. Existen opciones mucho más inteligentes, legales y efectivas:

  • Colaborar en la venta del inmueble: Negocia con el banco o los fondos de inversión para facilitar la venta. Sí, perderás la casa, pero podrás salir con dignidad y reducir tus deudas de manera significativa.
  • Dación en pago: Entregar la casa a cambio de saldar la deuda sigue siendo una opción en muchos casos. No es la panacea, pero te libras de la carga.
  • Buscar acuerdos: Puedes proponerle al banco un plan de pagos o un acuerdo que te permita salir del paso sin dramas.

6. Poblaciones donde ya han intentado de todo… sin éxito

Para ilustrarlo mejor, estos trucos desesperados han sido intentados en localidades como Cuarte de Huerva, Utebo y María de Huerva, donde propietarios al borde de la subasta creían que sus ocurrencias pasarían desapercibidas. Pero al final, todos acabaron en el mismo sitio: con la casa subastada y algunos problemas añadidos. ¡Evítate ese mal trago!

Conclusión: Más vale maña que fuerza… y que trampas

En resumen: No hagas trampas. Es tentador querer salir del embrollo de manera rápida y desesperada, pero las consecuencias de estos intentos suelen ser mucho peores que la propia subasta. Mejor, busca una solución legal, ética y efectiva que te permita cerrar el capítulo de tu casa con la cabeza alta. ¡Y recuerda que siempre hay opciones!


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